viernes, 6 de marzo de 2015

Capítulo 8-Princesa

¡Hola Tributos!
Un nuevo Capítulo ya listo, mientras que yo sigo trabajando en el siguiente mientras no entro a clases (Esta entrada es escrita el día 2/03/15) y ya llevo poco menos de un tercio del siguiente.
No hay mucho que decir...solo...eh...bueno, no sé...
Vale, que ya saben que soy pésima para estar parte de la entrada.
En fin, ¡Besos! Hasta el próximo viernes.


viernes, 27 de febrero de 2015

Capítulo 7- ¿Juegos Del Hambre? ¿Qué es eso?

¡Hola Tributos!
¡Yo nuevo! ¡Otra vez trayendo a Némesis como la narradora!
Este capítulo...me ha sido imposible hacerlo serio, es que con la protagonista que tenemos...ya verán que ella no puede ser muy seria.
Lo importante...¿Van a comer? En serio, ya no sé de qué estoy hablando, son las 00:07 Tengan un poquito paciencia conmigo ¿Sí?
Ahora sí, me voy.
¡Besos y cariños a todos ustedes!

viernes, 13 de febrero de 2015

Capítulo 6- Tú eras el tributo.

¡Hola tributos!
Bueno...creo que desde ahora le diremos adiós a esos capítulos alegres o divertidos, ahora ya se viene lo malo. El título del capítulo lo dice ¿No?
Sé que será confuso todo al principio, y pueden matarme, por cierto, pero todo se irá explicando a medida que avance la historia, lo prometo.
Y ahora los dejo que sino me quedaré todo el día viendo este gif,
Besos.

sábado, 7 de febrero de 2015

Capítulo 5- Un elfo, una bella hada y otros mutos.

¡Hola tributos!

Al menos solo me he retrasado una semanita ¿No? Eso ya es un logro, y esta vez me retrasé por, como ya dije, tuve que ser niñera de un par de niños que no me dejaban tiempo ni para respirar.
Pero, como ya he dicho, en las próximas semanas tendrán el capítulo correspondiente más el que nos faltó publicar.
Por ahora dejaré el de ayer solamente, pero ya pronto iremos como deberíamos.
Besos, panes quemados ¡Y muchos muchos abrazos!
El disfraz de nuestro chico de la veta

Némesis

—Vamos, Némesis, levántate.
—¡No quiero, déjame! ¡No quiero verle!
Escuché un gruñido exasperado, antes de que Eros me cargase en sus brazos y me dejara caer en el intento de bañera, una gran cubeta de madera, llena de agua caliente, sin importarle lo más mínimo que aún llevaba mi querido pijama. Suspiré, antes de fulminarlo con la mirada.
—¡Está bien, está bien! —Grité, lanzándole agua, para que dejase en paz por tan solo unos momentos.
—Vuelvo en unos veinte minutos.
Y con esa única frase, se fue, dejándome tranquila. Suspiré, bañándome de mala gana. De acuerdo, ese día iba a ser especial para el distrito doce, era la primera vez que organizábamos una fiesta el día anterior a la cosecha, de hecho, la única vez que hacíamos una fiesta que no fuese en honor a algún vencedor. ¿Qué se suponía que festejábamos? El hecho de que aún teníamos oportunidad de pasar algo de tiempo, todos, antes del terror de los juegos. Sonreí con levedad por ese pensamiento, era algo triste, pero muy hermoso. Terminé de bañarme, suspirando porque, si bien aquella sería una bonita celebración, tendría que toparme con Gale y…Catnip, como él la llamaba.
—¿Némesis, puedo entrar? —Escuché decir a Eros cuando acababa de ponerme la ropa interior, suspiré, ya faltaba menos para la fiesta.
—Claro, pasa.
—Cierra los ojos. —dijo, sonriendo. — Te han mandado una sorpresa para la fiesta, y no la verás hasta estar allá.
Mi amigo me dedicó una sonrisa algo tímida, si bien no era la primera vez, tampoco me veía seguido en ropa interior. No tardé en hacer lo que me decía, poniéndome algo nerviosa cuando sentí que Eros rozaba mi piel y algo, que parecía seda, deslizarse por mis hombros, apegándose a mi cuerpo, hasta un poco más arriba de mis rodillas.
—¿Qué es esto?
Mi amigo no respondió, y yo solo pude percibir como acomodaba algo en mi espalda, y posteriormente rozaba el collar que me había dado Gale, nuevamente me entraron ganas de llorar por ese chico, pero Eros no me dio tiempo para lamentos, tironeó de mí, hasta llevarme fuera de la casa, aquello lo supuse por la cálida brisa que pude percibir, supuse que ya íbamos a la fiesta.

Observé con especial atención el lugar al que me había llevado mi amigo rubio, era la plaza del distrito, pero no lo parecía, en absoluto. 
Por todas partes había pequeños frascos, los que parecían tener estrellas en su interior. Sobre el suelo descansaba un sinnúmero de flores, de todos los colores que podría imaginar. Y lo mejor eran las personas, cada habitante del distrito, hasta los agentes de la paz, estaba disfrazado. Aquello era maravilloso, y mejoró cuando la gente comenzó a acercarse a mí, todos sonriendo y saludándome con amabilidad, pero, sobre todo, elogiando mi disfraz. ¿Disfraz?  Yo no llevaba disfraz. Un chico, al que no pude reconocer, ya que llevaba una máscara, como todos a excepción mía, me llevó hacia una tienda, donde me pude observar al espejo.
Llevaba un vestido en el que predominaban distintos tonos de verde, aunque también había lugar para un color tierra que recordaba vagamente al amarillo e incluso tenía algunos detalles blancos, no pude evitar recordar una hoja sobre la que han caído los primeros copos de nieve del invierno. En mi cabeza llevaba un tocado de flores, no me detuve mucho en ellas, solo noté que eran blancas, ya que mis ojos se toparon con un par de preciosas y delicadas alas que tenía a mi espalda.

Era un hada, yo era una hermosa hada, mis ojos se cristalizaron cuando recordé el collar y a ese chico moreno que había considerado mi amigo tanto tiempo, pero no me permití llorar, solamente fijé mi vista en el chico que me había llevado a observar mi disfraz, quien se había quitado la máscara.
Era Gale.
Me quedé observándolo, se veía mejor que nunca, llevaba un traje completamente negro, en su rostro pude ver algo que parecían… ¿Tatuajes? Y, extrañamente, sus orejas estaban algo puntiagudas, pero estaba guapísimo, aún más que todos los días, y, apenas podía creerlo, pero ¡Llevaba un arco!
—Obra del Capitolio, se supone que soy un elfo. —Dijo, como disculpándose, al notar mi examen visual. — Estás preciosa ¿Sabes?
—Obra de Eros. —Murmuré, no tenía ganas de hablar con él, aunque la curiosidad pudo conmigo por primera vez. — ¿Un elfo? ¿Qué es un elfo?
Gale sonrió con levedad, pasando uno de sus brazos por encima de mis hombros y guiándome hacia la multitud., entonces pude ver que solo había cuatro disfraces que se repetían, las mujeres y niñas llevaban trajes que las hacían parecer mitad leonas o mitad peces, y los hombres peludos con orejitas de perro o trajes que los hacían ver musculosos, pero horrendos y… ¿Con un solo ojo? Vaya que usaban buenas máscaras... Todos iban con esos modelos, salvo Gale y yo, de Eros no sabía nada, había desaparecido de mi visión.
—¿Qué son todos esos disfraces, Gale?
El moreno me estrechó contra sí, de forma cariñosa, antes de comenzar a hablar.
—Creo que ya te diste cuenta de que, exceptuándonos, solo hay cuatro tipos de disfraces. ¿No? —Yo asentí una vez, para que continuara con su explicación. — Todos somos criaturas mitológicas.
“Las chicas con cola de pez están disfrazadas de sirenas, eran criaturas hermosas que se encontraban mayormente en el mar, casi siempre sentadas sobre una roca y peinándose, mientras cantaban una canción. —Antes de continuar con su explicación, Gale bufó. — Se decía que podían hipnotizar a los hombres y llevarlos a su fin, todo con esa condenada cancioncita.
Las mitad gato son esfinges, se supone que eran inteligentes y los magos y las brujas las utilizaban para proteger valiosos escondites, eran peligrosas si amenazabas lo que sea que estuvieran cuidando, y al parecer les gustaba hacer acertijos, y si no adivinabas, te comían.
Luego están los chicos. Esos que tienen solo un ojo son cíclopes. Eran tercos, muy fuertes y tenían un pésimo carácter, algunos comían carne humana, y al parecer podían desintegrar cosas con ese ojo gigante. —Me dedicó una sonrisa. — Ojalá pudieran desintegrar a los agentes de la paz.
Los que se creen perros gigantes son hombres lobos, eran humanos que se volvían o una mezcla entre lobo y persona, o un lobo gigante con ojos brillantes, durante la luna llena. Antes de Panem les temían muchísimo, ya que decían que eran malvados.”
—Es decir, el distrito doce está lleno de mutos. —Murmuré, entonces Gale rió.
—Excepto nosotros, Némesis, yo soy un elfo. —Me dijo, sonriendo y trazando diseños con sus dedos sobre mi hombro. — Se decía que podían ser casi invisibles en un bosque, también sigilosos, así que podían perseguir enemigos…
—Te queda perfecto. —Le interrumpí, sonriendo antes de percatarme, entonces él me sonrió y pasó su pulgar por mi mejilla.
—Y tu disfraz es ideal para ti, un hada, eran del mismo mundo que los elfos, pero ellas eran hermosas criaturas con alas, que hacían todo de forma inocente, aunque podían ser malvadas en ciertas ocasiones, y que hacían felices a los hombres. Básicamente te estaban describiendo a ti, con este disfraz.
—Oh, calla, solo estás diciendo eso para que te perdone.
El moreno aumentó la fuerza de su agarre, antes de suspirar y agachar la cabeza.
—No funcionó.
—Por supuesto que no.
Y tas decir esas cuatro palabras, me solté del chico, me quité el collar que me había obsequiado de un tirón, se lo arrojé directo a la cara y eché a correr entre la multitud, ya no quería saber nada de él, desde ese día en el bosque me sentía traicionada. Él había echado a la basura nuestra amistad, había dejado de lado nuestro día por una niñita de trece años. ¿Y ahora creía que por decirme un par de cumplidos todo iba a ser como antes? Eso ni en un millón de años, Hawthorne. El pequeño lazo que habíamos formado durante seis años se había roto en unos minutos, y de forma irremediable. Algunas personas se quedaron observándome, entonces una chica rubia se acercó a mí e intentó calmarme, llevaba un sujetador de corales y sus piernas parecían más bien una cola. Una sirena. Pude escuchar la voz de Gale, pero era simplemente mi imaginación. Suspiré, mientras varias lágrimas se deslizaban ya por mis mejillas, y entonces volví a correr. Fuera de la plaza, fuera de la veta y fuera del distrito, poniendo la mayor distancia posible entre Gale y yo, así, huyendo del chico, llegué a nuestra casita del árbol, y entonces me rompí por segunda vez desde que perdí al chico de la veta.
Sabía que al día siguiente tendría que ir a la plaza del distrito, tendría que ver nuevamente a Gale Hawthorne, temer por que saliese elegido en la cosecha, pero en ese momento, solo quería llorar. Estaba rota, y no podía imaginar que algo peor me sucediese.



Aquí el famoso collar
Y el disfraz de Némesis 


viernes, 30 de enero de 2015

Adelanto capítulo 5

Tributos queridos, lamento tanto no poder subir capítulo hoy, pero tuve un problema familiar hace unos cuantos días, y ahora estoy cuidando a un par de primos que no me dejan ni unos minutitos para escribir, pero, prometo ir subiendo de corrido los capítulos que lleguen a faltar cuando ya los pueda escribir.
Y ahora, para no dejar a esos pequeños más tiempo por su cuenta, les dejaré el pequeño adelanto.

†††
Observé con especial atención el lugar al que me había llevado mi amigo rubio, era la plaza del distrito, pero no lo parecía, en absoluto.
Por todas partes habían pequeños frascos, los que parecían tener estrellas en su interior. Sobre el suelo descansaba un sinnúmero de flores, de todos los colores que podría imaginar. Y lo mejor eran las personas, cada habitante del distrito, hasta los agentes de la paz, estaba disfrazado. Aquello era maravilloso, y mejoró cuando la gente comenzó a acercarse a mí, todos sonriendo y saludándome con amabilidad, pero, sobre todo, elogiando mi disfráz. ¿Disfraz?  Yo no levaba disfraz. Un chico, al que no pude reconocer, ya que llevaba una máscara, como todos a excepción mía, me llevó hacia una tienda, donde me pude observar al espejo.
Era un hada, yo era una hermosa hada.
Pero enseguida fijé mi vista en el chico que me había llevado a observar mi disfraz, quien se había quitado la máscara.
Era Gale.
†††

jueves, 22 de enero de 2015

Capítulo 4: Felicidad interrumpida.

¡Hola queridos tributos!

Como era de esperarse, aquí está el tercer capítulo ¡Justo a tiempo!

Les juro que estuvimos a punto de quedarnos sin capítulo, ya que cierta persona me estuvo arrastrando todos los días a un juego de cartas que duraba alrededor de ocho horas diarias y ¡No tuve tiempo de escribir! Por suerte había avanzado un poco el fin de semana, y ayer este capítulo se escribió prácticamente solo.

Casi me muero, no podía simplemente no subir hoy, pero, por suerte, todo se dio.

Ahora sí, dejo de molestarlos.

Besos, panes quemados ¡Y mucho chocolate!

Némesis

Obviamente, yo cocinaría ese día.
Estábamos a unos cuantos metros del quemador, el mercado negro en que Gale vendía las presas que cazábamos, y definitivamente él iba a ganar esa carrera. Suspiré en cuanto llegué tras de él y vi su sonrisa triunfal, aunque poco me duró el desanimo, ya que el chico tiró de mi brazo hasta tenerme a solo unos centímetros de su cuerpo, distancia que obviamente aprovechó para convertir mi perfecta coleta en un nido. Intenté apartar sus manos, pero no obtuve buenos resultados. Dejé que Gale intercambiara las presas por todo lo que necesitaba su familia mientras que yo intentaba desenredar mi cabello, soltando pequeños grititos de paso.
En algún momento sentí un par de brazos sobre mis hombros y pude oler el aroma a naranjas que mi amigo desprendía. Sonreí, ya estábamos por irnos a su casa. Noté algo frío alrededor a mi cuello, intenté apartarme, pero la voz de Gale me ordenó que me quedara quieta, y no planeaba desobedecerlo.
—Ya quedaste.
Me giré en cuanto lo escuché y alcé ambas cejas, mi amigo me llevó hacia el primer espejo que encontró y sonrió a nuestro reflejo. Observé algo que se asemejaba a una fina soga negra en mi cuello, de la cual colgaba un corazón, a partir del que se formaba una criatura, como una mujer, pero con alas en su espalda. Era un bellísimo collar.
—Quería darte algo, agradecerte por ser mi amiga, hoy se cumplen seis años desde que nos conocimos. —Me explicó, presionando suavemente mis hombros— Siempre me has dicho que te gustan las criaturas mágicas, me dijeron que esa es una, un hada. No vayas a quitártelo nunca ¿De acuerdo?
Asentí, el regalo me había impactado. Me giré de inmediato y abracé fuertemente a mi amigo, lo único que el moreno hizo fue levantarme como si pesara menos que un pajarito y cargarme en su hombro. Reí mientras me sacaba del quemador y se dirigía a su casa.
En cuanto atravesamos la puerta Rory y Vick, los hermanos menores de Gale, corrieron a nuestro encuentro. Salté  desde el hombro de mi amigo y atrapé a los dos niños entre mis brazos, desgraciadamente, no pude compartir mucho con los niños ya que apareció Hazelle, la madre de Gale, con su bebita, Posy, la cual tenía alrededor de un año, y nos pidió ayuda para preparar la cena. El chico de mi edad se llevó unos minutos a sus hermanos, y hermana, mientras que yo ayudaba a Hazelle en todo lo que podía. Una vez la mujer y yo terminamos de cocinar, me encargué de poner la mesa y fui a buscar a los chicos.
Busqué por la pequeñita casa de la veta hasta que llegué al cuarto en que Gale dormía con Rory y Vick, allí estaban, los menores intentando aplastar a su hermano, y la bebita dormida sobre la cama del mayor. Sonreí, era una escena totalmente adorable, mi amigo se dio cuenta de que estaba allí y casi hizo que sus hermanos cayesen de espaldas cuando se levantó y fue hacia mí, para, posteriormente, rodear mis hombros con uno de sus brazos.
—Hora de cenar. —Le dije, regalándole una de mis sonrisas más dulces y sinceras.
No fue necesario repetir mis palabras, ya que Rory y Vick fueron corriendo hacia el sencillo comedor, Gale y yo fuimos a por Posy y seguimos a los niños.
La cena transcurrió sin mayores inconvenientes que un vaso de agua vaciado sobre la cabeza del mayor de los hermanos Hawthorne, por obra y gracia de Rory, el que le seguía en edad, he de admitir que fue un alivio para nosotros que la pequeña travesura del niño sucediese tras llevar los platos al fregadero, ya que pude ir con mi amigo a por una toalla, y secarle el cabello con la misma, aunque casi arrancándole las facciones al frotar esta contra su rostro.
Esperamos a que todos se fuesen a dormir, para luego llevarnos un par de morrales, y algunas cuerdas, cuchillos y dagas, hacia el bosque, en el último momento, cogí una manta y fui corriendo detrás del chico del cabello negro y los ojos grises. Ambos sabíamos al lugar en específico al que íbamos, la casita del árbol.
En aquel lugar habíamos compartido muchísimos momentos, era imposible no sentirnos unidos emocionalmente a nuestro pequeño refugio, que se había vuelto nuestro segundo hogar.
Corrimos y corrimos, hasta llegar agotados al tronco del árbol, Gale me tomó de los codos y me alzó, permitiéndome subir sin ningún problema, para luego yo extender mi mano y tomar la suya, tirando del chico hacia mi posición. Nos sonreímos, sin necesidad de hablar, cada uno sabía que le tocaba hacer. Ubiqué unos almohadones, los cuales estaban en la casita, uno junto al otro, mientras que Gale se asomaba por una ventanita y recogía unos cuantos arándanos que yo había plantado. Sonreí, sentándome en uno de los almohadones y haciéndole hueco junto a mí, cuando el chico se sentó a mi lado nos cubrí a ambos con la manta. Le sonreí y abrí la boca, esperando recibir unos cuantos frutos, era lo que siempre hacía, ya que a veces era demasiado perezosa como para estirar el brazo, tomar un arándano, y echarlo a mi boca, Gale podía encargarse de ese trabajo por mí, y lo hacía. Siempre. Sin excepciones. Mi amigo comenzó a relatarme cosas que habían sucedido aquella semana en el distrito, mientras más hablaba él, mi sonrisa se ampliaba y se ampliaba. El moreno tomó parte de mi coleta, llevando las puntas a mi mejilla para producirme cosquillas. Hora de dormir, eso significaba aquel gesto, levanté un poco mi cabeza y le besé la mejilla, como era costumbre, antes de caer en un sueño profundo.

Fui la primera en despertar la mañana siguiente, al abrir los ojos noté que estaba usando a mi amigo como cama. Sonreí, mientras que hacía un esfuerzo por librarme de sus brazos. Una vez libre del agarre del chico, pasé mi mano por su pelo de forma cariñosa, y busqué unas cuantas cosillas para comer que teníamos en nuestra pequeña casita. Un par de paquetes de galletas saladas, un recipiente con miel, bolsitas de té y un par de tazas en las que preparar aquel líquido.
Rompí unas cuantas ramitas débiles para hacer un pequeño fuego, eché agua, que había llevado en mi morral, a las tazas, y esperé a que hirviera antes de dejar las bolsitas de té remojando. Fui hacia Gale, con nuestro pequeño desayuno ya esperándonos, y desperté al chico.
—¿Eh? ¿Quién? —El chico parpadeó varias veces, sin embargo no tardó en sonreír al reconocerme— Hola, Némesis.
—Buen día, dormilón. El desayuno está listo, levanta.
Mi amigo no tardó en quejarse, mientras que se cubría el rostro con la manta. Reí, no podía creer que hiciera eso. Vale, si Gale no iba hacia el desayuno, tendría que llevar el desayuno a Gale, y eso hice, esperando, sonriente, a lo que nos depararía aquel día sin que nadie interrumpiera nuestro día, juntos, cazando y riendo, como siempre.

Me equivoqué.
Habíamos estado cazando toda la mañana, nos preparábamos para almorzar un delicioso conejo que habíamos atrapado…o más bien que yo había conseguido decapitar con una de mis dagas, cuando Gale se puso en pie, perplejo, y se acercó a unos arbustos, cómo no, yo lo seguí de inmediato. Había una niña, una estúpida niña llamada como una planta, con su arco en mano.
—¿Catnip, qué haces aquí? Nunca habías llegado hasta aquí.
¿Catnip? ¿Esa niñita tenía un mote cariñoso? No podía creerlo, sí, definitivamente me estaba quitando a Gale, estaba segura de eso. Miré a la apelada, quien me asesinaba mentalmente con sus ojos grises.
—¿Y tú qué haces con la niña mimada de Snow? Tú eres mi amigo, no de una chica del Capitolio sin sentimientos.
¿¡Niña mimada se Snow!? ¿¡Sin sentimientos!? Oh, no, esa niña no acababa de decir eso, o se iba a enterar de quién era yo realmente. Di un paso hacia ella, aunque inmediatamente Gale me sujetó en un abrazo.
—Repítelo, escarabajo. —Dije, fulminando a la chica con la mirada, no iba a soportar que me hablase así.
—Dije que Gale es mi amigo, no de la nietecita sin sentimientos de Snow.
De no haber sido por los brazos del chico de la veta, habría saltado para darle una gran paliza a esa niñata. ¿Acaso me conocía como para decir esas cosas de mí? ¡Claro que no! Noté que Gale me apresaba contra su cuerpo, intentando calmarme.
—Némesis, Némesis cálmate, por favor.
No pude evitarlo, le di un moderado golpe en el estómago, lo suficiente fuerte para que me soltase, entonces me acerqué a la cría de la trenza, que me miraba con genuino terror.
—Escúchame, piojo. —Le dije, veneno desprendiéndose de mi voz. — Vuelves a decir algo así sobre mí y te prometo que no llegarás a trabajar en las minas. ¿Entendido? Odio a Coriolanus Snow más que cualquiera, y no permitiré que un parásito como tú diga lo contrario.
Dicho aquello, fui corriendo hacia mi casa de la veta, sabiendo que allí encontraría a Eros. Una vez traspasé el umbral y observé un enredo de cabellos rubios, salté a los brazos del chico, recordando lo que vi por el rabillo del ojo cuando me fui corriendo del bosque.
La niña de las trenzas había ido cual heroína a revisar si yo le había hecho daño al chico de la veta. Estaba consiguiendo quitarme a una de las pocas personas que me importaban.

No pude evitar que mis ojos se cristalizaran, yo nunca lloraba, pero ese día lloré a mares, lloré por mis padres, lloré por la injusticia que cometían todos en los distritos al juzgarme y, sobre todo, lloré por el amigo que había hecho a los nueve años.

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sábado, 17 de enero de 2015

Capítulo 3: Recuerdos.

¡Hola tributos!

Hoy les traigo el capítulo 3, que tiene un pequeño cambio.
En cuanto le de clic a "Seguir leyendo" , o cómo sea que esté en el blog, sabrán de lo que estoy hablando.
Les quería avisar que a partir de ahora tendrán dos capítulos bajo el punto de vista de Némesis, y uno será narrado por esta personita, fue la mejor forma que se me ocurrió para poder relatar algunas cosillas a lo largo de la historia.
Ahora, sin nada más que decir, solo espero que les guste este capítulo.
¡Besos, panes quemados y muchos azucarillos!